Un corazón verde agua palpita desvelado al borde de la mañana. Los pájaros pregonan tibios cantos en la cintura de abril. Hay motivos para atinar, no sé, las flores en el pelo o beber ese mezcal de ser vivo. Fermentemos los días que sabe bien que el corazón palpite, y echemos otra vez los dados a la suerte.
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