Algún sentido tiene el vibrar de la cuerda, la tensión del sonido. El regreso de la pausa. No se acaba el movimiento al oírlo. Tratamos de tener ritmo, melodía y poco a poco nos vamos acercando a ese septiembre y tal vez, por acaso, una vianda de placidez apartará las marcha y nos dejará el canto rosal y serpentino.
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