Como todos loa años los gigantes marinos entran al puerto de Lisboa Santa Apolonia. El sentido marítimo y el mareo de la distancia llegan lentos a vela con la memoria de otros puertos a babor. Vienen del puerto de Amberes, recalan en Lisboa, continúan a Cadiz para volver a Coruña. Las entrañas de la ola sienten ese deseo de zozobra. Todos a vela, compitiendo entre ellos, con los mástiles erguidos y esperando al viento que los remolque para encontrar la corriente de esas costas esperadas.
Han pasado por la torre de Belêm, recorren el Tejo con la inteligencia de siglos, rompiendo el aire con la quilla, con los nervios tensos y las cuerdas sosteniendo el rumbo. Ahí esta el Cuahutemoc, salido del puerto de Acapulco en su inicio y como todos, de Amberes han bajado a la península Ibérica. Lo acompañan el Mir, El Simón Boliva, el Dar Mlodziezy, la Santa Maria Manuela, el Creula, EL Stasaraad Lehmkull, El George Stage, El Americo Vespucci, El Fryferyk Chopin, El Margester, El Christian Radich, El Gulden Leeuw, el Pogoria, el Alexander Von Humbolt II, el Pelican of London, la Caravela Vera Cruz, el Lord Nelson, al Atyla y el Loa. Las enaguas de las naciones de empaparon de Tejo durante cuatro días.
Por estribor bajaba una tonada conocida
“soy marino vivo errante cruzo por los
siete mares y como soy navegante
vivo entre las tempestades desafiando
los peligros que me dan los siete mares”
Sí, era el Cuahutémoc,las manos se salieron de los ojos y fueron como en estruendo en busca de su tesoro.
“cuando el mar esta tranquilo y hay estrellas
en el cielo entre penas y suspiros le hablo
a la mujer que quiero y solo el mar me contesta
ya no llores marinero”
Sí es el Cuahutémoc: es el buque escuela de la Armada de México en el cual los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar se preparan. Una alma marinera de 90. 5 metros de eslora, con tres mástiles y 23 velas repartidas (10 velas cuadras en los palos mayor y trinquete, velas cangreja y escandalosa en el de mesana, con 13 velas de cuchillo entre los palos), con un total de 2368 metros cuadrados de velamen. Sí, el ojo abarca como un cetáceo el horizonte. Subir a bordo es el primer impulso. Una franca alegría recorrió de proa a popa. El corazón quiere zarpar, al ver la escollera. Recorrer sus pulcros blancos y cómo aquél, branquias quisiera tener, y hacer un nudo marino en la vela mayor.
Todo es recuerdo de una tierra que se mueve por la mar.
Con la cruz del viento quiero ese gorro y esa camisa tan blanca para bogar. Ellos todos, compiten en la regata. ¿Quién llegará primero? Tu has llegado primero, Cuahutémoc y te voy a llevar al Duero para que de tu mástil siga ondeando tu bandera. Deja soltar las amarras y no le cuentes a nadie que me fui en el camarote de tus balcones para sentir el frío de los cielos. El mar sabrá qué hace con el silencio de gritos submarinos. Que pena que sea de ciudad y nunca encuentre la escotilla. Este abarrote se queda en levante a contar que has estado en Lisboa, cantando con alegría tu mercadería. Buen viaje Cuahutémoc, alza tus velas y que un cipatli te cuide junto con el laurel y la oliva.
“me dicen el siete mares por que ando de
puerto en puerto llevando conmigo mismo
un amor ya casi muerto yo ya quisiera quedarme
juntito a mi gran cariño pero esa no fue mi vida
navegar es mi destino”
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