El abarrote, el tianguis y la vendimia también construyen el mundo del Antojo.
Del cielo el helio llegó con alma de maderas. En su pecho, un cuarteto suma notas positivas y de la tierra para arriba el diptongo de los silencios de blanca se conmueve. La energía, como florecitas, perfuman el silencio sinfónico del contraste.